A veces me critican por ser demasiado directo. No es una cuestión de soberbia o desprecio. Es minimalismo puro y duro.
Después de varios años más o menos expuesto al público, uno alcanza cierto grado de visibilidad y accesibilidad virtual. En mi caso, creo haber llegado a aburrir al personal con mis insistentes mensajes de agradecimiento por la enorme y constante cantidad de inputs positivos, que en parte me motivan a seguir adelante en algunas cruzadas –por mucho que haya disminuido mi actividad en la red.
Ahora bien, la otra cara de la moneda se transforma en la recepción de correos electrónicos de desconocidos a diario.
Al principio los respondía todos, porque los valoro TODOS. Eso sí, no sabéis la de horas, he dicho ¡horas!, que esto representaba. Leer con calma un email de 1.000 palabras puede llevar unos cinco minutos. Responderlo adecuadamente unos veinte. Multiplica por dos, por cinco o por diez.
Más tarde, viendo lo improductivo y a veces literalmente imposible de gestionarlo de este modo, pasé a responder mayoritariamente con un sincero y sencillo «gracias, pero no puedo dedicarte mucho más».
EL MÉTODO ACTUAL: EL DESCARTE EN UN SEGUNDO
Actualmente y desde hace un tiempo, como siempre he defendido el ejemplo como mejor modo de inspiración y no creo que pasar mucho tiempo delante del ordenador sea saludable, he optimizado mi respuesta con el descarte en un segundo.
Es algo así:
- Abro el email.
- ¿No cabe en la pantalla? Eliminado.
- ¿Cabe en la pantalla, pero empieza explicándome un rollo de mil demonios? Eliminado –a pesar de que pueda estar relacionado con mi trabajo, algo que nunca llegaré a saber.
- Cabe en la pantalla y escuetamente me comenta, opina o agradece mi «trabajo virtual». Lo leo tranquilamente y respondo con todo el cariño del mundo con un sincero y sencillo «gracias por haberme dedicado tu tiempo».
- Cabe en la pantalla y escuetamente solicita mis servicios profesionales. Lo leo tranquilamente y respondo con todo el cariño del mundo «gracias por contactar conmigo; puedo ayudarte en esto y aquello; cuéntame más, tan extenso como quieras».
Lo explico porque creo que puede servirle a mucha gente.
Y por si alguna vez se te ocurre escribirme…
O no.
Rober Sánchez