No eres feliz porque eres un inútil

Merluzo.

¡Melón!

Mira que es fácil.

Sólo tienes que:

· Meditar.

· Hacer ejercicio.

· Comer equilibradamente.

· Pasar tiempo al aire libre.

· Ser optimista y ver el lado bueno de las cosas.

· Viajar.

· Rodearte de personas guays y evitar, por no decir repudiar, a la gente tóxica, infeliz.

· Dejar tu trabajo y hacer lo que te apasiona.

Pues eso.

¿Por qué no lo haces ya?

Si está chupado…

 

 

No eres feliz porque no quieres ser feliz.

Total, la felicidad es una decisión.

Tu infelicidad es culpa tuya, de tu cobardía, de tu indeterminación.

Tu felicidad depende solo de ti.

Te falta autoestima y fuerza de voluntad.

–Pero, ¿cómo voy a quererme con lo inútil y débil que soy?

 

 

No eres feliz porque no sabes cómo serlo.

Pero puedes aprender, entrenar, coachear tu mente para ser feliz.

Ven a mi curso, compra mi libro, apúntate a mi retiro, que yo te lo cuento.

Y te lo cobro.

Que mi pasión es enseñarle a los demás cómo apasionarse.

Que mi negocio es:

· Recordarte lo malo, lo peor de tu vida, todos los días, a todas horas. Inventármelo, si hace falta. O sea, crear infelices necesitados. Tengo en mi bando a la bolsa, los periodistas, los publicistas, los médicos, los políticos, los emprendedores, los espiritistas, Coca-Cola, Ikea, Zara y Mr. Wonderful. Estás rodeado, chaval.

· Convencerte de que la felicidad puede ser algo permanente y, lo más importante, que está en tus manos conseguir que lo sea. No me va a costar mucho. Lo tengo de cara. Total, aunque tú no lo creas, la felicidad es simplemente una consecuencia del placer, y eres adicto al placer. Todo lo que no sea placentero hay que evitarlo. Solo de pensar en una vida llena de placer –y felicidad–, así, flowerpower, se te ponen los ojitos en blanco, erectos.

· Venderte el jarabe de la felicidad.

 

O no.

Rober Sánchez

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