(Esta es la sexta práctica del proyecto re-movimiento. Si no sabes de qué va, es de vital importancia que antes de removerte des un vistazo a su definición y bases en este enlace.)
Como no he dejado de insistir en los últimos años, en cuanto a sedentarismo y falta de movimiento se refiere el lastre más pesado que arrastramos la mayoría es la cantidad de tiempo que permanecemos sentados, una de las causas por las que hacer ejercicio dos o tres horas a la semana, a pesar de que es positivo si lo comparamos con la inactividad absoluta, no es suficiente. Esto es algo que muchos removedores pudimos comprobar al completar nuestro registro de sedentarismo. El lado de la balanza de aquel concepto de «sedetarismo total» sigue pesando demasiado.
Seguramente este hecho es una de las grandes motivaciones de este proyecto, fruto de la experiencia durante más de una década con un número importante de personas que, por mucho que «entrenaran» conmigo o en el gimnasio, no terminaban de moverse bien y de impregnar sus vidas de movimiento –y, por favor, no reduzcamos el movimiento a los objetivos de rendimiento o estéticos del fitness.
En cuanto a cantidad y frecuencia de movimiento creo que ya hemos avanzado notablemente en las prácticas 3 y 4. La técnica Pomodoro puede ser una gran herramienta para dispararnos hacia el movimiento cada 25 minutos y eso de conmutarse por piernas ya empieza a ser una adicción –de las chulas.
Esta quincena propongo dar una vuelta de tuerca más en esa dirección, la cantidad y frecuencia de movimiento, con un 4×1, es decir, cuatro ejercicios para un único desafío: pasar más tiempo de pie.
1. Caminar más. Sí, más todavía. Más que conmutarse por piernas. Ya no solo aprovechar los traslados rutinarios para caminar, sino caminar a propósito, caminar y ya está. Salir a caminar. No saber qué hacer y decir «me voy a caminar», en vez de perder el tiempo en internet, o con el móvil, o picoteando, o lo que sea. Quedar con alguien no para sentarse en una terraza o una cafetería y seguir calentando sillas, sino para caminar. Obsesionarse con caminar.
2. Pasar tiempo de pie incluso sin moverse. Para comer, para leer, para trabajar. Y que nadie me venga con tonterías de que si no es bueno para la circulación o cosas de esas. Mejor que estar sentado seguro. Quitémonos las anteojeras. No estamos proponiendo estar de pie quietos las 24 horas o emular la jornada de un vigilante o un camarero –que pagan las consecuencias de cronificar estar de pie. Nos estamos retando a interrumpir minutos y más minutos de tener el culo pegado a cualquier objeto con frecuencia, mientras intercalamos este «de pie estático» con otros de pies más dinámicos, como el del punto 1 o los dos que siguen, además de realizar otro tipo de movimientos –me remito a las cinco prácticas anteriores, y las que vendrán…
3. Hablando de pasar tiempo de pie para trabajar, el tercer ejercicio es transformar nuestro puesto de trabajo –en la medida de lo posible. Yo, por ejemplo, en parte trabajo desde casa, y desde hace meses he transformado mi despacho para hacerlo de pie. El gurú Mark Sisson ya instauró varios sistemas de standing work en su propia empresa, y los standing desks ya empiezan a ser más conocidos en multinacionales y algunas escuelas. Insisto en que no comparto que esta deba ser la única medida anti-sedentarismo, sino una más. Estar todo el día de pie y quieto no es suficiente ni saludable, y no es movimiento. Solo te aproxima a este.
4. Aprovechar ciertos momentos «móvilmente» improductivos para moverse y, por ejemplo, hacer alguno de los ejercicios caseros que hemos visto hasta ahora, como remover los pies o las manos, mientras vemos la televisión, cocinamos o hablamos por teléfono. En este caso, he de decir que los movimientos a realizar deberían ser aquellos que ya dominamos y no requieran de toda nuestra atención. No pasa nada si de vez en cuando bajamos nuestros niveles de exigencia y repasamos nuestras progresiones básicas personales. Sigue siendo movimiento.
Así que aquí dejo plasmados mis y vuestros deberes para esta quincena.
Sobre todo, como para cada práctica, pensad que esto no es para siempre, sino para quince días, y, con el tiempo, cada cual podrá adaptarlo a su vida. Quince días de impacto unidireccional para consecuencias multidimensionales.
De hecho, en la octava práctica, de aquí a un mes, avanzaremos más en este sentido con lo que he llamado «variedad postural extrema». Tiempo al tiempo.
¡A removerse!
O no.
Rober Sánchez