Lo de “sin salir de casa” es el gancho para recalcar que tu mejor amigo a la hora de “diagnosticar” qué le ocurre a tu cuerpo es precisamente tu propio cuerpo. Ahora bien, una vez lo escuchas, para corroborar lo que te está diciendo, no está de más visitar a un médico, sobre todo si sospechas que padeces una alergia. Eso sí, la voz del médico que sea complementaria, no bíblica. Leed «La expropiación de la salud» de Juan Gérvas.
¿Cómo saber si un alimento te sienta mal? ¿Cómo saber si padeces intolerancia, sensibilidad o simplemente no lo digieres bien?
Respuesta rápida: deja de comerlo durante un mes y después cómelo durante una semana. Compara.
Porque muchas veces puedes sentirte bombardeado acerca de sensibilidades y malas digestiones a gluten, lactosa, glucosa, fructosa, caseína, etc. mientras que a ti te parece que te sientan de maravilla.
Y no digo que no. Puede ser que te sienten bien. Pero también es posible que no sea así y que tú no te estés dando cuenta o seas plenamente consciente.
¿Cómo asegurarse al 100%?
Sensaciones que no sentimos
Más allá de las pruebas médicas de diagnosis a la sensibilidad/alergia/intolerancia –más o menos fiables– a cualquiera de estos componentes alimenticios, el cuerpo humano tiene sus propias herramientas de comunicación de bienestar o malestar, su propia manera de decirte si algo te sienta bien o no. Inflamación, dolor de cabeza, pesadez, reflujo, gases, retención de líquidos, etc. son formas que tiene tu cuerpo para advertirte de que algo no va bien, aunque como siempre, tú eres libre de hacer caso o no a estas alarmas, o incluso algo peor, que es a lo que viene este artículo, que con el tiempo te acostumbres tanto a esa sensación como si fuera algo normal, hasta que llega un momento en que ni la percibes.
A mí no me sienta bien el azúcar. Me hincha. Me inflama todo el cuerpo y, según mi propia experiencia, especialmente el abdomen.
Durante años he sido un fiel consumidor de hidratos de carbono, respetando ese 60-65% recomendado por la sabiduría convencional, y en algunas temporadas emocionalmente difíciles he sido comedor impulsivo, concretamente de dulces. Sin embargo nunca me dí cuenta de que me hinchaban. ¿Por qué? Es sencillo. Siempre estaba hinchado. ¿Cómo supe que me provocaban esa inflamación? Dejé de comerlos durante un tiempo, me desinflé repentinamente, volví a comerlos y volví a convertirme en globo.
¿Qué está pasando?
Como decía, del mismo modo que ocurre con la sensibilidad hormonal, con el tiempo podemos llegar a acostumbrarnos tanto a una sensación de malestar –o varias– que aceptemos ese estado como algo tan normal que finalmente no le hagamos ni caso. Recordando el símil de Robb Wolf y sus fragancias:
«Puede que esto te resulte algo esotérico, pero te garantizo que habrás experimentado algo parecido en algún momento. Piensa en alguna vez que hayas entrado en una sala en la que olía mucho a perfume. ¿Qué le pasa a tu capacidad para sentir ese perfume al cabo de diez o quince minutos de estar en la habitación? Lo notas mucho menos, ¿verdad? Apenas percibes el olor. Lo que sucede es que los nervios olfatorios de tu nariz han disminuido los receptores de ese perfume. Si salieras a respirar un poco de aire fresco y volvieras a entrar en la habitación, volverías a detectar el perfume. Aunque es una analogía muy simple, esto es bastante paracido a la reducción de capacidad de percepción hormonal que tiene lugar cuando nuestro cuerpo está sometido a niveles anormalmente elevados de una hormona.»
Es exactamente lo mismo que ocurre cuando, por ejemplo, el consumo excesivo de comida procesada prolongado en el tiempo revierte en una inflamación de tu intestino. Llevas tanto tiempo inflamado que no te enteras de tu estado de permanente hinchazón. Cualquier estado permanente de malestar acaba cegándonte, ensordeciéndote, desconectándote de esas malas sensaciones, hasta hacerte creer que aquel estado es natural y así convivir con él.
Pruebe, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo
¿Cómo saber si, por ejemplo, los cereales con gluten te sientan bien? ¿Cómo saber si tu cuerpo tolera y digiere con facilidad el pan o la pasta elaborados con trigo? Incluso cuando tú ahora mismo dirías que te sientan estupendamente.
Como decía Wolf, sal de la habitación y coge aire fresco.
Durante un mes no los comas. No los pruebes, para nada, estrictamente. Tampoco los sustituyas por nada. Puedes estar tranquilo. En un mes no te vas a morir de hambre por no comer pan y pasta. Lo peor que puede pasarte es que adelgaces un poco… Bueno, tal vez lo pases un poco mal los primeros días debido, en este caso, a tu adicción a los chutes de azúcar que provocan. Pero aguanta, resiste. Es sólo un mes.
Puede ser que, además de alguna leve hipoglucemia –tu cuerpo no sabe trabajar sin el aporte constante de azúcar–, sientas que te desinflas. También puede ser que no sientas nada. De todos modos este mes no es importante, aunque realmente puedes llevarte una verdadera sorpresa de lo bien y ligero que te sientes, algo a lo que tampoco estás acostumbrado.
Pasado el mes, vuelve a comer normalmente, como venías haciendo, probablemente comiendo pan o pasta a diario.
Si te sienta bien, como decía Terminator, no problemo, no notarás ningún cambio.
Si padeces intolerancia, sensibilidad o simplemente no digieres bien el alimento en cuestión, tranquilo, lo notarás, tu cuerpo te lo dirá, te lo aseguro.
Y todo sin miedo, claro, que no son decisiones definitivas. Sólo es una prueba, un experimento.
O no.
Rober Sánchez